Pones el ojo encima y ¿qué ves? Ves una chica sencilla, ves una chica que no esconde su sonrisa, ves una monada, y poco tiene esa primera impresión de falsa. No hay duda de que es una chica muy bonita, pues lo dice su pelo; largo, pero no tan largo como la distancia que recorre mi fantasía. Lo dicen sus ojos, los más preciosos ojos marroncitos que han fundido su mirada con los míos. ¡Qué hipnóticos! Están llenos de brillo, de sinceridad y transparencia, como un lago de aguas cristalinas en el que me gustaría sumergirme para siempre... Su nariz es también delatora, ¿¡quién no puede ser guapo con una nariz que dice cómeme!? Sus manos, delgadas y delicadas, sus mejillas rosadas, sus labios... ¡jamás algo tan bello había servido de eclipse! y es que es un conjunto de conjuntos, es una monada de monadas, es una tentación angelical en la que caería mil y una veces mal contadas, ¿¡Cómo resistirme!?
Podría hablarse de que su cuerpo es una droga para mí, y es que no cesa el cosquilleo cuando sonríe, como si algo en mí se activara cuando lo hace y me obliga a querer ver esa sonrisa día a día...
¡Y mira que esto es de un solo vistazo! No hace falta demasiado tiempo más para realizar que es incluso más bella y adictiva por dentro. Es como un derroche de simpatía y buen humor por todos lados, una buena intención personificada. Es la persona que me quiere y me cuida, la que me defiende y protege de todo siempre que me veo indefenso. Es Patricia, es una mujer irrepetible. Y la amo, ¡Amo a Patricia L.C!