Se oyen sus lamentos rompiendo kilómetros
[y kilómetros de tierra.
Tierra fría, estéril y dura, tierra seca de la espuma
[de los mares y de la vida caduca.
Y luego atraviesan la niebla como una cortina
de luz negra amanecer, desordenando la conciencia.
Porque ellos no armonizan sino con ver a su amor
[pintado del mismo negro,
y se adaptan a caminar por este suelo sin huellas,
por este frío sin invierno, por la sombra,
y a recibir las caricias de un grotesco gusano
[que les cuelga de la boca.
¿Mas qué le es dado por su paciencia?
El olvido. Migrar por los ríos de la memoria
como una gota de pena que se funde en la
inmensidad de una corriente indiferente
que los conduce a la historia. Una gota
olvidada para siempre, marchita como hoja
podrida conmovida en brazos de las ánimas,
y que sin embargo, ama, y amará durante siglos;
pues no es extraño de los muertos
amar más que los vivos.



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