A A.
Hace tiempo que vivo por ti y no vivo.
Tú, que escapas de tu cárcel de hueso
y vienes, etérea, a mi alma en pena
donde has imaginado tu nicho,
que hace tiempo que quiero quemar y no quemo,
y me fundo en ti como el horizonte en la niebla.
Hace tiempo que te olvido y te sueño
y luego muero culpable yacido en la hierba,
abriendo la mano y añorando tu pelo,
extrañando tu espalda, recordando tu esencia.
Hace tiempo que muero por gritar que te quiero,
romper dudas, cadenas de mi penitencia,
y no muero.